El mal estado de las carreteras no sólo repercute en la seguridad (también en el bolsillo)


Todos sabemos que tener unas carreteras en un mal estado de conservación afecta directamente la seguridad en las mismas, pero hay otro factor importante, que seguramente pasa más desapercibido, y es el coste económico directo que ocasiona a los conductores.

El motivo es sencillo, las carreteras en mal estado disminuyen la fluidez del tráfico, aumentando el número de atascos y, por tanto, las horas que pasa un conductor en su vehículo, lo que conlleva un gasto directo en combustible, entre otros costes directos.

Según estimaciones, cada conductor pierde hasta 25 horas al año en atascos, lo que supone un coste indirecto importante, pero también otros problemas serios, como el aumento de las emisiones contaminantes de los vehículos, algo que cada vez se está notando más en todas las ciudades.

Por ello es necesario seguir insistiendo en la necesidad de dotar de unos presupuestos que permitan realizar las labores de conservación y mantenimiento de carreteras de una forma eficaz, garantizando con estos trabajos que toda la red viaria esté en condiciones adecuadas para la circulación.

Además, no hay que olvidar que siempre resulta más barato conservar que reparar, mantener que arreglar, y que es mejor invertir poco a corto plazo que más a un medio o largo plazo, lo que además tendrá un reflejo directo en la seguridad, la salud, y el bolsillo de todos los ciudadanos.