Adaptando dinámicamente los recursos de una ciudad, gracias al Internet de las Cosas, para cubrir las necesidades de personas con todo tipo de discapacidades


Uno de los mayores retos a los que se enfrentan las ciudades en nuestra era es conseguir estar completamente adaptadas a personas con diferentes tipos de discapacidades, de manera que puedan tener la autonomía suficiente para desplazarse por cualquier zona de la misma sin depender de otras personas.

Hasta la fecha, la mayoría de elementos de las ciudades se han diseñado siguiendo un promedio de uso: Considerando el tiempo lógico necesario para cruzar una calle con semáforo, la ubicación y distancia entre bancos para poder descansar en trayectos más largos, o la colocación de rampas en lugar de escaleras, en aquellas zonas necesarias.

Sin embargo, no sólo las necesidades de las personas pueden variar mucho de unas a otras sino que, además, lo que puede ser un beneficio para unos (por ejemplo, las rampas para personas que van con silla de ruedas), se puede convertir en un problema para otros (esas mismas rampas para personas ciegas, que usan los bordillos para sus movimientos).

El nuevo paradigma que se está estudiando y analizando en las principales ciudades del mundo pretende pasar del uso de la media, a la información personalizada para cada usuario, y para ello es imprescindible la irrupción de lo que conocemos como el IoT (Internet de las cosas) en nuestras vidas.

Si conseguimos contar con todos los elementos conectados en nuestras ciudades, y dotarlos de la inteligencia necesaria, al pasar cerca de una farola un usuario, que ha definido en su aplicación de móvil su estado actual (problemas o no de visión, etcétera), esta farola puede adaptar su iluminación a sus necesidades reales, sin encenderse (si es un invidente), o con una iluminación más intensa (para personas con problemas visuales).

La idea, reflejada en el ejemplo anterior, es realmente interesante: Conseguir que los diferentes elementos de la ciudad sean capaces de interactuar con los usuarios, adaptándose a las necesidades específicas de cada uno de ellos, de manera que se consiga tener una ciudad en la cual muchos de sus elementos se adaptan dinámicamente a las necesidades de cada persona.

De esta manera, las personas invidentes recibirían mucha información de voz de las infraestructuras y servicios, las personas con problemas de movilidad podrían ver ampliado el tiempo de paso de semáforos, y la información y servicios serían mucho más eficaces, al ofrecerse muchos de ellos bajo demanda.