Retos a los que habrá que hacer frente en los próximos años relacionados con la conservación de carreteras, el transporte y el tráfico


Siempre que pensamos en el futuro relacionado con la gestión de carreteras y el tráfico, tenemos la optimista visión de que las cosas estarán mucho mejor, se realizarán mejor los trabajos de conservación y explotación de carreteras, el tráfico será más fluido y, en general, todo funcionará de una forma más eficaz.

Sin embargo, para que esto ocurra, es necesario dar una respuesta idónea a una serie de retos y problemas que se vislumbran en el medio plazo, y que deben ser resueltos a tiempo para garantizar este optimista futuro planteado. A continuación indicamos los principales retos que consideran los expertos que hay habrá que gestionar adecuadamente en los próximos años:

  • Financiación: En épocas como las actuales de crisis económica, se ve todavía con más claridad el problema ocasionado por los pocos fondos destinados a la conservación de carreteras, que puede conllevar a la larga un mayor coste (siempre es más caro reparar que simplemente mantener). Además, aspectos como la ampliación de la red de carreteras, el aumento de los vehículos que circulan sobre ellas hacen que los costes futuros, sin duda, vayan a ser superiores. En cambio, por el lado de los ingresos, el progresivo despegue de los vehículos eléctricos, que ofrecerá numerosas ventajas, reducirá un importante ingreso del estado asociado a los impuestos de la gasolina, con lo que se pierde una partida de financiación muy usada en la actualidad. Aunque los medios técnicos optimizarán muchos trabajos de mantenimiento de carreteras, muy pronto las administraciones deberán plantearse nuevas vías de ingreso, quizás yendo hacia un modelo de pago por uso de la carretera, en sus diferentes versiones, u otro tipo de soluciones.
  • Vehículos autónomos: Todavía es necesario clarificar un importante número de aspectos administrativos y operacionales para que se den las circunstancias objetivas que permitan contar con vehículos autónomos. Como muestra de alguno de estos aspectos, podemos destacar:
    • Nuevas infraestructuras: Si la popularización del coche eléctrico está siendo lenta y costosa, entre otros aspectos por la lentitud en la adaptación de ciertas infraestructuras como los postes de recarga, imaginemos lo que puede suponer adaptar toda la red viaria a los vehículos autónomos. ¿Cómo debería operar una carretera que compartiera a la vez coches autónomos y coches tradicionales?.
    • Gestión y operaciones: Los sistemas autónomos requerirán usar recursos compartidos en la nube, y complejos sistemas de procesado. ¿Quién debería pagar y gestionar, haciéndose cargo por tanto de la seguridad en un entorno tan crítico, esta enorme infraestructura?.
    • Aprendizaje, confianza y aceptación: Un sistema autónomo va a requerir que los usuarios dispongan de la formación necesaria para su uso correcto. Va a ser necesario algo más que un manual con la descripción de los sistemas que tiene el coche para que cualquier ciudadano pueda utilizar un vehículo autónomo con total seguridad para él y el resto de conductores. ¿Quién impartirá esta formación y cómo se evaluará a los ciudadanos para que puedan usar este tipo vehículos?.
    • Seguro y responsabilidad: Una vez puestos en el mercado, se supone que los vehículos serán fiables casi al 100%, pero todo sistema tiene fallos. En caso de que ocurran accidentes, ¿quién será responsable de los fallos de seguridad del sistema, el dueño del coche, el fabricante o el desarrollador del software del vehículo? ¿Qué implicaciones va a tener esto para las empresas aseguradoras que suscriben y venden seguros de automóvil?.
    • Implicaciones políticas y legislativas: La política y las leyes van siempre un paso por detrás del desarrollo tecnológico, y este nuevo escenario va a requerir también nuevas reglas. Será necesario abrir un debate coordinado e integral entre todos los niveles de gobierno y sectores empresariales para definir el nuevo escenario legislativo en el que se deberán mover estos vehículos.
  • Nuevos servicios que entrarán de lleno en sectores regulados (Uber o Zipcars vs Taxis), y para los cuales se deberán tomar las medidas que faciliten su uso, en vez de tratar únicamente de asfixiarlos. Los nuevos servicios van en la línea de aprovechar el uso de los medios sociales y, sobre todo, potenciar mucho el concepto de compartir, utilizar únicamente los servicios cuando hagan falta, pagando por ello un precio mucho más bajo que en la actualidad.
  • Conflicto en tecnologías que requieran la cooperación pública y privada, ya que muchas tecnologías desarrolladas requieren el uso de información que sólo debería ser obtenida por gobiernos, y a la vez, estos gobiernos en ocasiones no quieren apostar por desarrollar sistemas innovadores que precisen fuertes inversiones.
  • Conflicto entre privacidad y seguridad, del que ya hemos hablado en numerosas ocasiones, y que deberá ser abordado por completo en un nuevo entorno donde, seguramente, cada vez existan más medios que permitan a las autoridades controlar lo que hacen los ciudadanos, y será necesario poner, de algún modo, freno a posibles malos usos.

(Este artículo pertenece a la serie Conociendo la opinión de los expertos del sector acerca de cómo será la gestión del tráfico, carreteras y movilidad dentro de 20 años, que toma como fuente de información un reportaje de la revista Traffic Technology Internacional).